domingo, 25 de noviembre de 2007

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Es una lástima que cuando alguien se decide a hablar y a dar sus opiniones, de inmediato surja la necesidad de “callarla”, de darle sentido de “chisme” o “lavadero”. Somos más de 60 poetas las que estuvimos ahí y todas sabemos lo que sucedió, todas nos dimos cuenta de la desorganización, deshonestidad y minimización de los problemas por parte de Emilio Fuego. Este blog no nace de un problema personal, no es un intento por “manchar” el nombre de nadie y, sobre todo, no es cobarde. Es altamente valiente y honesto, un espacio de denuncia, justo porque los encuentros poéticos tanto como los comunitarios, nos importan y nos importan las mujeres y nos importa la dignidad y el respeto al ser humano y también el respeto a las comunidades más desprotegidas de nuestro país.
Puede ser que encuentros anteriores hayan funcionado de distinto modo y puede ser que otros encuentros organizados por los mismos involucrados hayan sido maravillosos, pero aquí estamos hablando del encuentro XV del país de las nubes y todo lo que ahí sucedió.
Creo que ninguna de las que estamos inconformes esperábamos hoteles de 5 estrellas o recitales “incómodamente esnobs” en espacios lujosísimos, ni –como ya dijo alguna- flores en jarrones. Las que fuimos sabíamos a qué íbamos (o más bien a que creíamos que íbamos) íbamos a compartir verdaderamente con las comunidades, a trabajar, a leer, a hacer talleres, a presentar ponencias, intercambiar etc. Seamos honestas ¿cuánto de ello sucedió?
Ya se expusieron muchas cosas: el transporte, el hospedaje etc. Y no voy a repetirlas, simplemente diré que es cierto: no se cumplió con los acuerdos especificados en la convocatoria. Y lo peor fue el trato, absolutamente falto de respeto, sin explicaciones ni disculpas, ni ánimo de solucionar nada. “¿no tienes hospedaje? Pues hazle como puedas” “¿no tienes cómo regresarte? Pues hazle como puedas”.

Todas ahí fuimos a poner nuestro mejor esfuerzo y también nosotras sin cobrar y sin ningún afán de lucro y ningún afán de alimentar el ego. Si eso buscáramos, tampoco nosotras hubiéramos ido a un encuentro de intenciones comunitarias. Yo, en lo personal, he estado en muchas actividades comunitarias, incluso en comunidades de condiciones mucho más precarias que las que esta vez visitamos, nunca me molestó dormir en un petate, bañarme en muchas de esas comunidades en el río, porque no hay agua potable, cocinar en un fogón, etc. Y siempre regresé contenta por haber cumplido con lo que deseaba: dar una parte de mí a esas comunidades. En todas las experiencias comunitarias que he vivido había tenido la suerte de encontrarme con una excelente organización que siempre permitió el trabajo comunitario. Hasta ahora.

En este encuentro, ninguna de las comunidades sabía lo que íbamos a hacer (exceptuando 2), no había talleres planeados, no había actividades calendarizadas, ni lecturas, ni encuentros, ni nada. Lo que se logró fue gracias a la creatividad y ganas de todas las que ahí estábamos, pero eso no tuvo nada que ver con Emilio Fuego. Sé que los contactos con las comunidades se realizaron únicamente por medio de una llamada telefónica; Emilio, no las visitó para organizarse con ellas o ver las casas que nos alojarían, no se tomó siquiera la molestia de revisar junto con las comunidades el plan de trabajo o hacer propuestas.
Yo regresé frustrada por no haber logrado darle más a las comunidades que tanto nos dieron. Y entonces explico: el coraje no es por mí, es que NO SE VALE utilizar a las comunidades de esa forma, la gente fue la que nos alimentó y recibió durante el encuentro y a esa misma gente no se le retribuyó debido a la mala organización. Son comunidades en condiciones de pobreza y aún así nos alimentaron y alojaron, mermando sus recursos. Lo MINIMO es que hubiéramos logrado hacer de verdad un trabajo ahí, no atole con el dedo, no visitas turísticas a costa de la economía de quienes, de por sí tiene poco.
Me enoja, además, el evidente valemadrismo de Emilio, quien dejó que las cosas llegaran hasta este punto por no hacer caso de los comentarios que le hacíamos, de las propuestas, de nuestras ganas de trabajar a favor del encuentro. Tuvimos muchos días, muchas ganas, mucha necesidad de decir lo que pensábamos, de cooperar, de ayudar, le verdad es que nunca se nos dio el espacio y antes de ello se negó. ¿Esa es la disposición? ¿Ese es el tamaño de su preocupación por las comunidades? Termino aquí, diciendo que esto no es en contra de ningún tipo de trabajo comunitario, ni en contra del esfuerzo o de las experiencias quizá buenas que otras poetas vivieron en encuentros pasados, esta es una denuncia necesaria, porque quienes estuvimos ahí, tenemos la obligación, con las comunidades y las poetas, de que no vuelva a suceder.

Mexicantequila

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